domingo, noviembre 19, 2006

ANTE LA CORRUPCION OFICIAL CHILENA

«A despertar la conciencia moral y social»

Esperamos en el Dios Vivo y Salvador de todos




1. En nuestra Asamblea Plenaria hemos orado y reflexionado sobre nuestras tareas y responsabilidades de pastores atentos a la convivencia nacional, con sus luces y sus sombras. Hemos preparado el aporte de nuestro Episcopado a la V Conferencia General del Episcopado de América Latina y El Caribe, que se realizará el próximo año en el Santuario Mariano de Aparecida, Brasil, con el tema: “Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida. Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida (Jn. 14,6)”. 2. Nos ha alentado la participación entusiasta de muchos fieles y sus comunidades a lo largo de Chile que, como una Iglesia santa y siempre necesitada de purificación, nos han hecho llegar valiosos aportes estudiando el Documento preparatorio de dicha Conferencia. Luces y sombras de nuestra convivencia 3. Caminamos en la fe por los caminos de nuestra patria. Ella permite discernir luces y sombras y reconocer el paso de Dios por nuestra vida. Sabemos que Cristo, muerto y resucitado, nos ha invitado a participar de la gracia de ser discípulos y misioneros suyos. Es esta vocación la que nos invita a estar presentes activamente y dar respuestas positivas a los desafíos históricos de una Patria que se prepara a celebrar el Bicentenario de su vida independiente. 4. Queremos alentar a nuestros fieles a la esperanza, sabiendo que ésta “no defrauda, porque el amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones, gracias al Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rom 5, 5-6). Por eso, nos preocupa que algunas corrientes extrañas a nuestra cultura intenten alejar a Chile de su fe en Dios, que ha sido motivación de las realizaciones más altas y bellas, además de ser el fundamento de la convivencia pacífica y de la superación de pruebas muy variadas en nuestra Patria. 5. Junto a muchas personas de nuestro país, reconocemos estar viviendo situaciones desafiantes y algunas particularmente negativas, que requieren juicios de sabiduría y decisiones acertadas para no detener el paso hacia una vida que queremos, cada vez más auténticamente humana y cristiana. 6. Hemos visto y seguido atentamente los acontecimientos que han marcado los últimos meses de nuestra convivencia nacional: las manifestaciones estudiantiles que revelan el grave malestar que sufren nuestros jóvenes en su proceso educativo y los brotes de violencia que han surgido en diversos ámbitos de nuestra sociedad. En particular, nos asociamos a la conciencia nacional por los graves signos de corrupción que han aparecido en el horizonte de la vida política y social, puesto que la vocación política es una de las más altas formas del ejercicio de la caridad. Nos siguen preocupando los delitos consumados en el seno de la familia, los asaltos por motivo de dinero y los índices de drogadicción; todo esto, en un país donde crecen los bienes materiales y las posibilidades reales de una mejor vida social. Hemos levantado nuestra voz para defender el derecho y la dignidad de la vida humana, reiteradamente amenazada por proposiciones sobre el aborto. Hemos defendido también la belleza del amor y la vida familiar, ante intervenciones públicas que no respetan su sentido integral. Con la mirada puesta en Chile 7. Como un servicio al Chile del Bicentenario, en este momento del acontecer nacional, todos los miembros de la Iglesia, desde nuestra fe e identidad cristiana, queremos ser los primeros en dar testimonio en estos aspectos: 8. Despertar la conciencia moral y social. Creemos de vital importancia mantener viva y despierta la conciencia moral, educándola a la luz de la recta razón y del Evangelio, para contribuir a la construcción de un país más justo y transparente, agradecido del don de la vida y por todo aquello que la hace más digna. No podemos acostumbrarnos o justificar formas de corrupción personal o institucionalizada, que pasan por encima de la ley, aunque sean pequeñas, o estilos de vida que no manifiestan lo bello, lo bueno y lo generoso que hay en la herencia de nuestro pueblo y del servicio público. 9. Renovar el compromiso social: Invitamos también a todos a contribuir activamente en la construcción de proyectos sociales y políticos que superen visiones mezquinas de intereses partidistas o de categoría social y que tengan, en cambio, como objetivo un Chile más humano y más justo, especialmente a favor de los más pobres. Pensamos en los campos de la familia, de la educación, del trabajo, de la vivienda digna, de la relación con los pueblos originarios, de la ecología y de las comunicaciones sociales. 10. Volver la mirada y el corazón a Dios: es bueno reconocer que la semilla de muchas incoherencias sociales se encuentran en la pretensión de ignorar y alejar a Dios de la vida pública para recluirlo al estrecho ámbito de lo individual y de lo íntimo. Un mundo privado de Dios se vuelve contra el hombre. Mirando nuestra sociedad sentimos la actualidad de la interpelación de San Alberto Hurtado: “La inmensa amargura del alma contemporánea, su pesimismo, su soledad … , la neurosis y hasta la locura, tan frecuentes en nuestro siglo, ¿no son el fruto de un mundo que ha perdido a Dios?” (En: La búsqueda de Dios, pág. 124). Con el Papa Benedicto XVI reafirmamos la convicción que el “sí” a Dios es también el “sí” más grande a la convivencia humana, guiada por la verdad y el amor. Renovando la esperanza cristiana 11. En estos días estamos celebrando el mes de María, que es expresión de piedad popular, y también una de las grandes riquezas culturales de nuestra Patria. Muchas personas se acercan a Dios, a la Iglesia y los Sacramentos, a través de la devoción a la Madre del Señor. Durante este mes de María oramos para que la Iglesia sea dócil discípula de “la Palabra divina y la proclame siempre con firme confianza, de modo que todo el mundo oyendo crea, creyendo espere, y esperando ame”. Que en este ya cercano Adviento, tiempo de vigilancia, oración y conversión, el Señor Jesús y su Madre Santísima colmen de bendiciones a todos los fieles, a sus familias, especialmente a los que sufren, y a todas las personas de nuestra Patria.
Los Obispos de la Conferencia Episcopal de Chile Punta de Tralca, 17 de Noviembre de 2006