miércoles, julio 27, 2005

Locuras (II final)
¡Poneos en marcha! ¿Que adónde vais? La estrella os lo dirá: ¡al sepulcro! ¿Qué vamos a hacer en el camino, mientras marchamos? ¿Qué? ¡Luchar! Luchar, y ¿cómo?¿Cómo? ¿Tropezáis con uno que miente?, gritarle a la cara: ¡mentira!, y ¡adelante! ¿Tropezáis con uno que roba?, gritarle: ¡ladrón!, y ¡adelante! ¿Tropezáis con uno que dice tonterías, a quien oye toda una muchedumbre con la boca abierta?, gritarles: ¡estúpidos!, y ¡adelante! ¡Adelante siempre! ¿Es que con eso -me dice uno a quien tú conoces y que ansía ser cruzado-, es que con eso se borra la mentira, ni el latrocinio, ni la tontería del mundo? ¿Quién ha dicho que no? La más miserable de todas las miserias, la más repugnante y apestosa argucia de la cobardía es esa de decir que nada se adelanta con denunciar a un ladrón porque otros seguirán robando, que nada se logra con llamarle en su cara majadero al majadero, porque no por eso la majadería disminuirá en el mundo.
Podríamos citar muchos otros ejemplos para este nuevo siglo; pero lo sustantivo es actuar con la verdad, sin cálculos comerciales, políticos o de qué dirán.
Si alguien quiere coger en el camino tal o cual florcilla que a su vera sonríe, cójala, pero de paso, sin detenerse y siga al escuadrón, cuyo alférez no habrá de quitar ojo de la estrella refulgente y sonora. Y si se pone la florcilla en el peto sobre la coraza, no para verla él, sino para que se la vean, ¡fuera con él! Que se vaya, con su flor en el ojal, a bailar a otra parte. Y si alguno te viniera diciendo que él sabe tender puentes y que acaso llegue ocasión en que se deba aprovechar sus conocimientos para pasar un río, ¡fuera con él! ¡Fuera el ingeniero! Los ríos se pasarán vadeándolos, o a nado, aunque se ahogue la mitad de los cruzados. Que se vaya el ingeniero a hacer puentes a otra parte, donde hacen mucha falta. Para ir en busca del sepulcro basta la fe como puente. Y ante todo cúrate de una afección terrible, que por mucho que te la sacudes vuelve a ti con terquedad de mosca: Cúrate de la afección de preocuparte cómo aparezcas a los demás. Cuídate sólo de cómo aparezcas ante Dios, cuídate de la idea que de ti Dios tenga.
En medio de esta fiebre, tengo nuevas alucinaciones, nuevas cruzadas para el siglo veintiuno: rescatar la democracia de los políticos que la tienen secuestrada; salvar el desarrollo humano, que los fríos economistas han puesto bajo la lápida del crecimiento económico; liberar las ideas creadoras de las patentes comerciales que las aprisionan; desenmascarar a los verdaderos piratas: las empresas discográficas, editoriales, industrias farmacéutica, etc. etc. José Isert Arriagada sc.
Locuras (I parte)
En tiempos de correr tras, lo superficial, la nada, la materia; en días que sólo se quiere acaparar, tener, sin importar el ser; cuando el pensar resulta un lujo que pocos desean por incómodo; recuerdo la idea de Don Miguel de Unamuno, de ir a rescatar el sepulcro de Don Quijote.
Hace muchas décadas que fue pensada pero resulta de una actualidad extrema, al ver hoy, como decía el ayer: “estas pobres muchedumbres ordenadas y tranquilas que nacen, comen, duermen, se reproducen y mueren”.
“No se comprende aquí ya ni la locura. Hasta del loco creen y dicen que lo será por tenerle su cuenta y razón. Lo de la razón de la sinrazón es ya un hecho para estos miserables. Si nuestro señor Don Quijote resucitara y volviese, andarían buscándole una segunda intención a sus nobles desvaríos. Si uno denuncia un abuso, persigue la injusticia, fustiga la ramplonería, se preguntan los esclavos: ¿qué irá buscando en eso? ¿A qué aspira? Unas veces creen y dicen que lo hace para que le tapen la boca con oro; otras que es por ruines sentimientos y bajas pasiones de vengativo o envidioso; otras que lo hace no más sino por meter ruido y que de él se hable, por vanagloria; otras que lo hacen por divertirse y pasar el tiempo, por deporte. ¡Lástima grande que a tan pocos les dé por deportes semejantes!”
Que semejanza más grande con los tiempos que corren, es que don Miguel captaba lo profundo del hombre, aquello que permanece más tiempo. Lo que cambia vertiginosamente son los elementos pasajeros del ser humano, las modas, los modelos, lo adjetivo; pero lo sustantivo es mucho más duradero, porque pertenece a la esencia de la persona. “Pues bien, sí; creo que se puede intentar la santa cruzada de ir a rescatar el sepulcro de Don Quijote del poder de los bachilleres, curas, barberos, duques y canónigos que lo tienen ocupado. Creo que se puede intentar la santa cruzada de ir a rescatar el sepulcro del Caballero de la Locura del poder de los hidalgos de la Razón”…
“Es el valor que más falta nos hace: el de afrontar el ridículo. El ridículo es el arma que manejan todos los miserables, bachilleres, barberos, curas, canónigos, y duques que guardan escondido el sepulcro del Caballero de la Locura. Caballero que hizo reír a todo el mundo, pero que nunca soltó un chiste. Tenía el alma demasiado grande para parir chistes. Hizo reír con su seriedad”. “En marcha, pues. Y ten en cuenta no se te metan en el sagrado escuadrón de los cruzados bachilleres, barberos, curas, canónigos o duques disfrazados de Sanchos. No importa que te pidan ínsulas; lo que debes de hacer es expulsarlos en cuanto te pidan el itinerario de la marcha, en cuanto te hablen de programa, en cuanto te pregunten al oído, maliciosamente, que les digas hacia dónde cae el sepulcro. Sigue a la estrella. Y haz como el Caballero: endereza el entuerto que se te ponga delante. Ahora lo de ahora, y aquí lo de aquí.”
Vaya locura dirán hoy los fríos planificadores, consultores, calculistas, programadores, supervisores, evaluadores…
José Isert Arriagada sc

lunes, julio 25, 2005

Hace un par de días he conocido las características del blog y creo que tiene una tremenda potencialidad tanto como medio de comunicación como por las características de pensamiento creativo que he descubierto en sus autores.
Hoy estoy dando los primeros pasos para poder ingresar al mundo de los blogs, mis ideas se han activado con sólo pensar en las inmensas posibilidades que puedo llegar a tener y de este modo contribuir, con un grano de arena, a mejorar el mundo.
jisert