sábado, noviembre 03, 2012

Carta Pastoral del Comité Permanente del Episcopado chileno

Con gran alegría y mucha esperanza hemos recibido la Carta del Comité Permanente del Episcopado Chileno. Todo nos hace pensar que con algo de lentitud; pero con claridad y energía, nuestra Iglesia va sacudiéndose del acomodo natural de los seres humanos y vamos iniciando nuevos caminos, con el  horizonte del cual nunca debimos dejar de poner nuestra mirada: LA CENTRALIDAD DE JESUCRISTO. jia2012

La transcribo en la confianza que todos sabremos asumir los desafíos que dicha carta nos presenta.

I.   INTRODUCCIÓN    (*)

 Motivos de esta Carta Pastoral
 “La fe cristiana no es sólo una doctrina, una sabiduría, un conjunto de normas morales. La fe cristiana es un encuentro real, una relación con Jesucristo. Transmitir la fe significa crear en cada lugar y en cada tiempo las condiciones para que este encuentro entre los hombres y Jesucristo se realice” (1).
 En estas palabras se encuentra la motivación fundamental de la presente Carta Pastoral que el Comité Permanente del Episcopado, en comunión con los Obispos de la Conferencia Episcopal de Chile, dirige a los fieles de la Iglesia Católica y a los hombres y mujeres de buena voluntad.
 Como pastores de la Iglesia Católica nos dirigimos, en primer lugar a nuestros hermanos y hermanas en la fe, para invitarles a reflexionar juntos sobre los actuales problemas de nuestra Iglesia y sobre la ineludible misión que todos tenemos de anunciar a Jesucristo en este momento de la historia de Chile (2). Este mensaje no es para guardarlo entre nosotros. Debemos pedir perdón y al mismo tiempo, como Pedro, quisiéramos decirle a nuestro país: “no tengo oro ni plata, pero lo que tengo te lo doy: en el nombre de Jesucristo, levántate y camina” (3).
Para ser fieles al Evangelio y a nuestra vocación cristiana y para manifestar la actualidad del mensaje de Jesús, debemos, por una parte, trabajar en una profunda conversión de nosotros mismos y de la Iglesia, que nos lleve a ser testigos de Jesucristo, anunciándolo como “laverdad que no engaña” (Rom 5, 5) y aquel que “esclareceel misterio del hombre” (Cfr. GS 22). Y por otra, escuchar el clamor de nuestro pueblo expresado en los movimientos sociales, contribuyendo así a que se den respuestas adecuadas a sus justas demandas.(Leer completa)