miércoles, julio 27, 2005

Locuras (I parte)
En tiempos de correr tras, lo superficial, la nada, la materia; en días que sólo se quiere acaparar, tener, sin importar el ser; cuando el pensar resulta un lujo que pocos desean por incómodo; recuerdo la idea de Don Miguel de Unamuno, de ir a rescatar el sepulcro de Don Quijote.
Hace muchas décadas que fue pensada pero resulta de una actualidad extrema, al ver hoy, como decía el ayer: “estas pobres muchedumbres ordenadas y tranquilas que nacen, comen, duermen, se reproducen y mueren”.
“No se comprende aquí ya ni la locura. Hasta del loco creen y dicen que lo será por tenerle su cuenta y razón. Lo de la razón de la sinrazón es ya un hecho para estos miserables. Si nuestro señor Don Quijote resucitara y volviese, andarían buscándole una segunda intención a sus nobles desvaríos. Si uno denuncia un abuso, persigue la injusticia, fustiga la ramplonería, se preguntan los esclavos: ¿qué irá buscando en eso? ¿A qué aspira? Unas veces creen y dicen que lo hace para que le tapen la boca con oro; otras que es por ruines sentimientos y bajas pasiones de vengativo o envidioso; otras que lo hace no más sino por meter ruido y que de él se hable, por vanagloria; otras que lo hacen por divertirse y pasar el tiempo, por deporte. ¡Lástima grande que a tan pocos les dé por deportes semejantes!”
Que semejanza más grande con los tiempos que corren, es que don Miguel captaba lo profundo del hombre, aquello que permanece más tiempo. Lo que cambia vertiginosamente son los elementos pasajeros del ser humano, las modas, los modelos, lo adjetivo; pero lo sustantivo es mucho más duradero, porque pertenece a la esencia de la persona. “Pues bien, sí; creo que se puede intentar la santa cruzada de ir a rescatar el sepulcro de Don Quijote del poder de los bachilleres, curas, barberos, duques y canónigos que lo tienen ocupado. Creo que se puede intentar la santa cruzada de ir a rescatar el sepulcro del Caballero de la Locura del poder de los hidalgos de la Razón”…
“Es el valor que más falta nos hace: el de afrontar el ridículo. El ridículo es el arma que manejan todos los miserables, bachilleres, barberos, curas, canónigos, y duques que guardan escondido el sepulcro del Caballero de la Locura. Caballero que hizo reír a todo el mundo, pero que nunca soltó un chiste. Tenía el alma demasiado grande para parir chistes. Hizo reír con su seriedad”. “En marcha, pues. Y ten en cuenta no se te metan en el sagrado escuadrón de los cruzados bachilleres, barberos, curas, canónigos o duques disfrazados de Sanchos. No importa que te pidan ínsulas; lo que debes de hacer es expulsarlos en cuanto te pidan el itinerario de la marcha, en cuanto te hablen de programa, en cuanto te pregunten al oído, maliciosamente, que les digas hacia dónde cae el sepulcro. Sigue a la estrella. Y haz como el Caballero: endereza el entuerto que se te ponga delante. Ahora lo de ahora, y aquí lo de aquí.”
Vaya locura dirán hoy los fríos planificadores, consultores, calculistas, programadores, supervisores, evaluadores…
José Isert Arriagada sc

1 comentario:

joseisert dijo...

Templanza…
No es edificante responder a una acusación con otra, porque ciertamente como somos más benévolos al mirarnos que al ver a los demás, las recriminaciones van subiendo de tono y se pierde el objetivo final y superior: hacer más transparente nuestras administraciones y sobre todo hacerlas más justas a la mirada social y del entorno.
Ya está dicho que los empates no sirven en esta argumentación:” robo porque tu robaste antes, y por lo tanto no tienes derecho a reprochármelo”, esta dialéctica resulta de una pequeñez extrema.
En un país que tiene desempleado a más del diez por ciento de su población, y que adicionalmente tiene a otro quince por ciento con subempleo; además de ingresos mínimos precarios, no resulta deseable, justo, ético, ni tranquilizador que haya algunos que reciban en el mismo mes, abultados cheques por diversos trabajos, pitutos, asesorías, consultorías o como quiera llamarse a esta dolosa forma de repartir y obtener dinero extra.
Si un empleado con jornada completa y que gana, con suerte, trescientos mil pesos, llega agotado cada día de trabajar, no puede acceder a otros ingresos, ¿cómo es posible que otros ganen millones y adicionalmente reciban más millones por opinar descansadamente?.