sábado, diciembre 03, 2005

En el interesante y siempre actualizado blog de Libardo Buitrago, encontré el comentario de un estudio que releva que la soledad tiene un componente genético. Como educador y preocupado de la condición humana, he tenido esa convicción basado fundamentalmente en la observación de casos .jia2005

El estudio revela que así como una persona puede llevar escrito en su ADN mayores chances de padecer sobrepeso, también podría tener grabada una tendencia al aislamiento. Hay distintos tipos de solitarios. No es lo mismo estar solo que sentirse solo. Y ahora hay una tercera opción: ¿Y si la soledad está en los genes? Desde hace un tiempo pareciera que todo está en los genes: la obesidad, la infidelidad. ¡Ahora la soledad! Un estudio realizado por las Universidades de Chicago y Libre de Amsterdam reveló que existe una predisposición genética a padecer esa sensación. Que al igual que uno puede llevar escrito en su ADN mayores chances de padecer sobrepeso o enfermedades cardiovasculares, también podría tener grabada una tendencia al aislamiento. La información sobre estos temas siempre suena a una especie de "determinismo biológico". Pareciera que uno finalmente les puede echar la culpa de todo a los genes. Que gracias a ellos se podrían justificar algunas conductas. Las investigaciones que llevaron a la conclusión de la tendencia genética hacia la soledad se hicieron sobre gemelos idénticos y no idénticos en Holanda. En ellos es más fácil discernir la influencia genética. La autora fue Dorret Boomsma, profesora de Psicología Biológica de la Universidad Libre de Amsterdam, experta en mellizos y herencia. Consultada sobre sus conclusiones, Dorret comentó "Es cierto que existe una predisposición o vulnerabilidad a padecer soledad por cuestiones genéticas. Pero también es cierto que si las condiciones ayudan a frenarla, entonces no logrará desarrollarse". En realidad, ni los genetistas pretenden encontrarles una explicación "hereditaria" a todas las características humanas, ni todas las conductas pueden estar predeterminadas por mandato de los genes. Lo dice, desde los Estados Unidos, uno de los principales investigadores de la Universidad de Chicago, John T. Cacioppo, que antes ya había demostrado que la soledad es mala para la salud porque afecta especialmente al corazón. "Tiene componentes hereditarios, así que no se puede decir que únicamente influye en ella lo ambiental. Pero hay que poner todo en un marco. Si una persona corre el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares a raíz de sus genes, eso no quiere decir que tendrá sí o sí dolencias cardíacas", explica Cacioppo. Es decir: sólo se puede afirmar que algunas personas "corren el riesgo" de sufrir soledad a pesar de que el medio ambiente y la forma en cómo piensan y tratan a otros juegan un importante papel para desarrollarla. Además, para hablar de este sentimiento no se puede estacionar sólo en el área de los genes."Es necesario distinguir entre soledad deseada —que permite un encuentro con uno mismo— y la que provoca angustia —cuando el estar solo se vive persecutoriamente como un signo de castigo, abandono o rechazo.

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