martes, diciembre 13, 2005


Nunca más

Hemos terminado un nuevo proceso eleccionario en Chile. Mirado desde una orilla resulta ejemplar, porque los chilenos dan muestra clara de orden, respeto y una paciencia que llega a límites insospechados.
No hay ninguna empresa acometida por el país, que ocupe tantos millones de horas hombre en un solo día. Se trata de un despliegue descomunal, arcaico y definitivamente anacrónico para el tercer milenio.
Cientos de miles de hombres y mujeres participan desde la madrugada hasta la noche como vocales de las mesas en donde se sufraga. Decenas de miles cuidan el orden, aseguran la llegada de los materiales, ayudan a desplazarse a los enfermos y ancianos.
Entonces tenemos un gasto humano descomunal, hecho para ratificar lo que eligieron con anterioridad unos cuantos dirigentes de la fauna política chilena. Pero no hay problema porque paga moya, como es habitual en los grandes esfuerzos ciudadanos.(Leer más)

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